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Llega un momento en que, tarde o temprano, el sistema falla, las bombas dejan de ser armas y se convierten en ataduras que dejan que el malo se salga con la suya. Un día, puede que te toque vivir ese momento de crisis. Y en ese momento espero que tengas un amigo, como lo tuve yo, capaz de ensuciarse las manos para que tú las puedas llevar limpias.


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